Todas las vidas valen igual
La provincia de Nador es la última parada del trayecto africano occidental, y el cuello de botella de las personas que intentan pasar al otro lado de la frontera, huyendo de los conflictos, la pobreza y los efectos devastadores del cambio climático. La mayoría de estas personas se instalan en campamentos escondidos de las autoridades locales. En ellos, sufren todo tipo de carencias. Están expuestos a la violencia, a la explotación y a la mendicidad, especialmente las mujeres y los menores de edad. Las organizaciones Asticude y APY trabajamos en Nador para salvar vidas. Nuestro objetivo es contribuir a garantizar la salud física y mental, cubriendo necesidades esenciales en materia de alojamiento, alimentación o atención sanitaria.
Damos testimonio de esta situación de extrema vulnerabilidad y hacemos un llamamiento para devolver el sentido humanizador del derecho y de la política. Todos los seres humanos tienen derecho a ver protegida su dignidad y garantizados sus derechos más elementales.
Según la estimación más reciente de la OMI, en 2019 habia en el mundo aproximadamente 272 millones de migrantes internacionales, una cifra equivalente al 3,5% de la población mundial.
La enorme mayoría de las personas que migran a otros países lo hacen por motivos relacionados con el trabajo, la familia o los estudios, en procesos migratorios que, en su mayor parte, no son fuentes de problemas ni para los migrantes ni para países que los acogen. Sin embargo, otras personas abandonan sus hogares y sus países por una serie de razones imperiosas y a veces trágicas, por ejemplo por conflictos, persecuciones o desastres. Aunque las personas desplazadas, como los refugiados y los desplazados internos, representan un porcentaje relativamente bajo del total de migrantes, suelen ser los más necesitados de asistencia y apoyo.
82,4 millones de personas se han mantenido en situación de desplazado de manera forzosa en 2020(ACNUR)
45,7 millones de personas son desplazados son internos, es decir, huyen dentro de su Estado de origen. EL resto huyen a otros países buscando protección internacional o una vida mejor.
Aproximadamente 26 millones de personas son refugiadas, es decir, se les ha reconocido este estatus para su protección internacional (20 bajo el mandado del ACNUR y 5,6 bajo en mandado de la UNWRA). Sin contar el reconocimiento de la condición de refugiado en terceros países.
También había aproximadamente 3,5 millones de personas que habían solicitado protección internacional y estaban a la espera de la determinación de su condición de refugiados, los denominados solicitantes de asilo.
El 51% de las personas desplazadas son hombres y el 49% mujeres.
Entre 30-34 millones de niños (decenas de miles de ellos no acompañados) que están entre los desplazados es mayor que, por ejemplo, las poblaciones enteras de Australia, Dinamarca y Mongolia junta.
A día de hoy Cinco países representan dos tercios de las nacionalidades de las personas desplazadas a través de fronteras: Siria, Venezuela, Afganistán, Sudán del Sur y Myanmar.
Debido a su situación geográfica, Marruecos ha sido uno de los principales países de tránsito con destino a Europa para millones de personas que huyen de los países que integran el África Subsahariana (Senegal, Camerún, Costa del Marfil, Guinea, Congo, Nigeria), también procedentes de Siria y de Oriente Medio (Yemen, Palestina e Irak). Sin embargo, en los últimos años, debido a la política de externalización y blindaje de fronteras de la Unión Europa y de España, Marruecos está dejando de ser un país de tránsito, convirtiéndose en país de destino para muchas personas migrantes y refugiadas que, ante la imposibilidad de llegar a España u otro país de la Unión Europea, se quedan en Marruecos.
La frontera Sur de la Unión Europea se encuentra en la ciudad de Melilla, separada de Marruecos a través de una valla fortificada de 12 km de extensión y seis metros de alto, que rodea la ciudad. Esta frontera artificial entre España y Marruecos representa el último obstáculo para quienes se proponen llegar a Europa, miles de personas que siguiendo la llamada “ruta occidental” huyen de sus países en busca de refugio, asilo o simplemente con la expectativa de una vida alejada de la guerra y de la miseria.
Para Marruecos se han hecho las siguientes estimaciones en 2020:
- De acuerdo con los datos del ACNUR en Marruecos , hay 7306 refugiados y 3843 solicitantes de asilo originarios de más de 40 países, es decir, un total de 11149 personas (de los cuales 3795 originarios de países subsaharianos como Camerún, Guinea, Côte d’Ivoire, Congo y África central). Estas personas gozan de protección internacional.
- Pero los flujos migratorios irregulares son cada vez mayores. Aunque no se cuenta con datos ciertos en relación al número de personas que ingresan de manera irregular en el país, en 2019, según datos del Ministerio de Interior Marroquí, se detuvieron 73973 personas migrantes irregulares, al abortar intentos ilegales de cruzar la frontera hacia España (y se realizaron 19554 rescates de migrantes irregulares en el mar.
- Esta circunstancia da lugar a que muchas personas, por miedo a ser detenidas y devueltas a sus países de origen, en caso de existan convenios, vivan aislados y escondidos en una situación de extrema vulnerabilidad.
La provincia de Nador es reflejo de esta situación teniendo en cuenta su ubicación geográfica. Es la última parada del trayecto africano de la ruta occidental y el cuello de botella para las personas que intentan pasar al otro lado de la frontera.
- De acuerdo con los datos del Grupo de Trabajo para la Protección de las personas migrantes creado por ACNUR en la región de la Oriental, la provincia de Nador acoge entre 3000 y 4000 personas migrantes y solicitantes de asilo, situando entre el 30 y el 50% de mujeres adultas (mayores de 18 años) y entre el 10 y 15% de menores de 18 años (niños y niñas).
- Muchas de estas personas llevan viviendo en Nador en situación irregular hasta 5 años (257 peticiones presentadas por migrantes subsaharianos en la provincia de Nador (de los cuales el 14% son mujeres) ninguna ha sido admitida. Este bajo número de migrantes subsaharianos regularizados en la región del oriental no anima a los demás a hacer lo mismo. La mayoría de estas personas se instalan en campamentos bajo condiciones precarias, aislados y escondidos de las autoridades locales y en ellos sufren todas las carencias posibles, están expuestos a la violencia, a la explotación y a la mendicidad, especialmente las mujeres y las niñas y menores de edad.
- Su salud física y mental se encuentra terriblemente deteriorada en función de las condiciones y acantonamientos traumáticos que han vivido durante su viaje hacia el Norte (sometimiento a trata, esclavitud, violaciones y abusos sexuales y físicos, vejaciones y humillaciones) que continúan bajo sus explotadores mientras esperen en Nador a cruzar a Europa. Las condiciones de vida de extrema privación que sufren: viven en campamento improvisados, sin acceso al agua, saneamiento, alimentos, que junto a la alta densidad de población migrante en Nador, pueden dar lugar a epidemias que van desde la sarna hasta la diarrea infecciosa, pasando por la hepatitis A, el SIDA y, por supuesto, la COVID 19 que ha impacto de manera espectacular sobre este grupo de personas, además de experimentar una enorme vulnerabilidad psíquica y psicosocial manifestando estados de estrés postraumático, trastornos de ansiedad, trastornos del sueño, sensación de fatiga intensa, trastornos psiquiátricos, como delirios de persecución, paranoia, etc.
Frente a esta dramática situación, las organizaciones ASTICUDE y APY en consorcio han puesto en marcha una iniciativa, financiada por la AACID, para la protección de los derechos humanos de los migrantes subsaharianos en situación de extrema vulnerabilidad en Nador tratando de garantizar los elementos esenciales del derecho a la salud física y mental cubriendo necesidades esenciales en materia de alojamiento, alimentación y atención sanitaria.
Dar testimonio de la situación de extrema vulnerabilidad en la que viven las personas migrantes a las puertas de nuestra fronteras es una llamada para volver a un sentido humanista y humanizador del derecho y de la política. Todos los seres humanos tienen derecho a ver protegida su dignidad y a ver garantizados sus derechos más elementales.
Este es nuestro llamado “todas las vidas valen igual, todas las personas con los mismos derechos”