APY Solidaridad en Acción

El teatro social en la coeducación: un aliado para la transformación

Compartimos el gran elaborado por nuestra compañera Marta sobre el Proyecto Kitchen. Teatro Social, EpD y feminismo, qué buen trío!!

Vamos a retirar sillas y mesas. La clase va a comenzar. Hacemos un círculo en el centro de la clase. ¿Cómo estáis? Armamos la presencia. En silencio. Respiramos. 

Este ha sido el comienzo de cada una de las sesiones del Proyecto Kitchen, un proyecto de Educación para el Desarrollo de la Fundación APY- Solidaridad sobre el empoderamiento del alumnado para la prevención de las violencias machistas a través del Teatro Social. Proyecto impulsado por María Jurado Duarte y Marta Fernández Martínez, financiado por la AACID para el curso 2019/ 2020 en el IES Néstor Almendros (Tomares), IES Itálica (Santiponce) e IES Las Encinas (Valencina de la Concepción).

Este comienzo implica ya una transformación del espacio, acostumbrado a tener sillas y mesas de cara a la pizarra dispuestas en filas. Una bienvenida al cuerpo. Mirarnos, comunicarnos, tomar consciencia. “El escenario es como un microscopio…” Estas palabras de Augusto Boal, precursor del Teatro del Oprimido, hacen referencia al poder de lo escénico para representar la realidad. El escenario en el Teatro Social nos permite acercarnos a una situación de desigualdad concreta y reflexionar sobre ella. Así el Teatro se convierte en una herramienta de transformación social muy poderosa. 

El Teatro del Oprimido nace en Brasil en los años sesenta de la mano de Augusto Boal, y actualmente está extendido por todo el mundo. Es una metodología de las más populares dentro de las que aglutina el Teatro Social. Una de las principales técnicas de esta metodología es el Teatro- Foro, donde se representa un conflicto y el público participa como “especta-actores” y “especta-actrices”.

El teatro ya es, en sí mismo, transformación social, porque es arte. Como todo arte, remueve, descubre, reflexiona, hace preguntas, es comunicación y además es creativo y bello. Pero bajo el paradigma del Teatro “Social”, nacen propuestas cuyo objetivo está enfocado en abrir una ventana hacia una realidad que oprime a determinadas personas. Esta realidad se trabaja en un proceso reflexivo y se muestra al público para que nos ayude a buscar soluciones o caminos alternativos a los conflictos planteados. Esto es un valor añadido a cualquier otro tipo de teatro. 

En el Teatro Social, la transformación siempre está presente de manera continua (incluso cíclica) y multidimensional. Por un lado, tiene un intrínseco efecto multiplicador porque con cada espectáculo o proceso se toma consciencia de algo en concreto, sumando caminos alternativos a la situación representada. Por otro lado, es multidimensional porque atañe a todas las personas implicadas, desde el público hasta las actrices y los actores. El proceso transforma a las personas individualmente y también al grupo, al trabajar con las necesidades sociales que queremos que sean contadas. 

Esto pasa, de manera inevitable, por revisarnos, preguntarnos, reflexionar, cuidar y cuidarnos. Es fundamental aclarar que en el Teatro Social se cuidan las relaciones buscando la horizontalidad, colectivizando las propuestas y eliminando cualquier barrera que impida que las personas se expresen de manera genuina. La figura del director se diluye para dar paso a la figura de la “facilitadora”, quien acompaña al grupo, no lo dirige. La cuarta pared es transitable, para invitar al público a convertirse en especta-actores y especta-actrices que participan, obteniendo un efecto de empoderamiento. 

Dicho esto, si volvemos a pensar en la idea del efecto microscopio del escenario, el Teatro Social para la prevención de las violencias machistas se convierte en un aliado, ya que se ponen en escena determinadas situaciones de opresión y las podemos analizar. No se trata de una charla, se trata de pasar por el cuerpo, haciendo de este aprendizaje y toma de consciencia un proceso significativo. 

En Andalucía existen entidades de Teatro Social que trabajan por la Coeducación, tales como Grupo Apuleyo. Espacio Abierto, Salamandra Cía. de Teatro Social, PAN- PAN, La Hoja Blanca o Teatre-verías. Teatro Social y Coeducación conforman un barco desde el que no siempre es fácil remar, ya que se ponen en valor tres grandes pilares como la Educación, el Feminismo y el Teatro Social. Un mejunje que no siempre es digerido por los que mandan y además desde el Sur, como en cualquier otra periferia, hay cosas que a veces cuestan un poco más. A pesar de esto, se encuentran oasis en los que las profesionales del Teatro Social encontramos un puñado de personas aliadas, dispuestas a confiar en todo lo que esta metodología nos ofrece. 

El proyecto Kitchen es un buen ejemplo de ello, en el que el Teatro Social se ha puesto al servicio de la transformación de las relaciones de género entre el alumnado adolescente que ha participado, a la vez que ha supuesto una transformación individual y colectiva, como todo proceso de Teatro Social. También ha aportado su grano de arena para la transformación de la institución educativa, abriendo paso a metodologías innovadoras y aprendizajes vivenciales, poniendo lo corporal y lo artístico en el centro. 

El Teatro Social como acto comunicativo y comunitario 

El teatro ofrece una posibilidad de comunicación entre escena y público que es única. Ponemos en valor ese acto de comunicación genuino, más aún en un tiempo en el que hay un interés creciente por el consumo tecnológico y lo virtual parece que toma el relevo. 

Para hacer teatro, el encuentro entre los cuerpos de los actores y de las actrices y el de los espectadores y espectadoras es fundamental. No hay teatro, no hay comunicación, no hay acción si no se produce este intercambio. Pero para que el teatro sea comunicativo ha de despertar el interés del público. En el teatro hay una voluntad de comunicación consciente, más aún en el Teatro Social, donde prima el mensaje y actúa como un espejo de la sociedad. En este caso, de las relaciones de género entre adolescentes. 

El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma.

Arthur Miller

Esta dimensión comunicativa del teatro, nos ofrece una comunicación que rompe con la cotidianeidad (la situación extracotidiana de la representación de la que habla Eugenio Barba) permitiéndonos hablar de las relaciones de género en otro lenguaje, más dinámico y orgánico. Por ejemplo, en el Proyecto Kitchen hemos invitado en numerosas ocasiones a representar corporalmente los estereotipos de género. De esta manera, hemos podido representar material abstracto de forma sencilla y espontánea. Esto mismo, la espontaneidad que nos permite el teatro, supone uno de los valores más atractivos de introducir el teatro para la coeducación. No podemos olvidar que nos insertamos en una institución: la educativa, que necesita de resortes adecuados para que la organicidad y espontaneidad se den de manera intrínseca. 

Desarrollar el Proyecto Kitchen en un contexto de Educación para el Desarrollo (EpD), también nos ha hecho aterrizar en la dimensión comunitaria del Teatro Social y, a la vez, educar con sentido comunitario. En la EpD es fundamental la acción colectiva para el desarrollo social en clave de justicia, persigue procesos emancipadores para promover una ciudadanía consciente, empoderada y con capacidad para transformar su realidad. En este sentido, la EpD casa con el Teatro Social y el Teatro del Oprimido. 

El Teatro Social es comunitario frente a los individualismos, no debe estar mediado por lo monetario. Es respetuoso, es activista, es mirarse y mirarnos, es deshacer nudos que nos oprimen. 

En la práctica del Proyecto Kitchen, el teatro sirvió para hacer un grupo donde se adquiere confianza, seguridad y autoestima. Como pasó en el IES Itálica, donde un grupo heterogéneo de chicos y chicas hicieron “piña”, ayudándose y acompañándose en su proceso. Había estudiantes del Aula Específica que tuvieron la oportunidad de ser protagonistas junto a los más “populares” de la clase. Los

roles del alumnado que suele ejercer el liderazgo se diluyeron. Así se pudo desarrollar un proyecto de coeducación en un ambiente coeducativo, algo que a priori parece lógico, pero que en muchas ocasiones se nos olvida. 

…el teatro es, durante algunas horas, una utopía. Personas que respiran juntas, que no se matan, que no se pelean todo el tiempo, que se miran, que se hablan. El teatro es un reflejo de lo que el mundo podría ser.

Ariane Mnouchkine

Estas dos cuestiones: el teatro como acto comunicativo y comunitario, nos hace reflexionar acerca de por qué es un buen aliado para la Coeducación. Porque la coeducación, bajo nuestro punto de vista, no puede prescindir de lo comunicativo y de lo comunitario. La Coeducación se basa en las relaciones de buen trato, en la comunicación no violenta y en crear espacios seguros. Se trata de creer que otra forma de relacionarse es posible. 

Transformando el espacio y bienvenida al cuerpo 

En esta andadura, donde ponemos el Teatro Social al servicio de la Coeducación, ocurren cosas. Cabe destacar la transformación del aula: nos disponemos en círculo para empezar la clase. Este hecho, aparentemente insignificante, es una de las piedras angulares a partir de la cual trabajar. Resulta que pocas veces se retiran sillas y mesas en un instituto para facilitar que el espacio cambie. La simple disposición en círculo implica que nos miremos, abre la comunicación y dispone el cuerpo para que lo empecemos a activar. Cuando rompemos el círculo para movernos por el espacio, el aula se transforma en un lugar diferente, con posibilidades no experimentadas anteriormente. Podemos crear un espacio escénico y un espacio para el público, descubrimos el aula de otra manera, nos salimos del molde. 

Con el Proyecto Kitchen hemos defendido un espacio amplio y diáfano, incluso si no era posible hemos salido del centro educativo y hemos acudido a otros lugares con más posibilidades.

Alumnado del IES Las Encinas en el Espacio Vidar (Valencina de la Concepción)

El hecho de trabajar en un espacio transformado, implica también que las relaciones cambien. Permite que la comunicación fluya de manera no unidireccional, hace que la estructura de la institución educativa se flexibilice para dar paso a otras posibilidades, en este caso, más relacionadas con lo corporal. El simple hecho de transformar el espacio nos puede llevar a relacionarnos con otras personas, caldo de cultivo para empezar a trabajar la coeducación, ya que no estamos sentadas al lado de la persona que tenemos cerca habitualmente.

Gracias a que el espacio se transforma se le puede dar la bienvenida al cuerpo. Hacer Teatro Social aplicado a la Coeducación abre una puerta a lo corporal y a comunicarnos desde allí. En la adolescencia (y también en la adultez) nos encontramos con discursos aprendidos sobre qué es violencia de género, qué son los estereotipos de género o qué son los mitos del amor romántico. Después, resulta que “el cuerpo habla” y ¡sorpresa!, los discursos no son coherentes con nuestro cuerpo. Tenemos (in) corporados los machismos cotidianos, las opresiones de género, y el amor romántico se nos cuela por las entrañas. 

En el Proyecto Kitchen, nos hemos ocupado, por ejemplo, de reflexionar sobre la presión grupal entre los chicos. Ante un abrazo reaccionan con unas palmadas “de macho” en la espalda. Cuando trabajamos esto, la respuesta a por qué no se dan un abrazo de verdad fue: “es que no somos maricones”. 

Con este tema, los chicos del IES Néstor Almendros, montaron una pieza corta de teatro donde se mostraba las presiones que tienen los chicos para no poner en entredicho “su masculinidad”, habiendo trabajado previamente desde una concientización de esta realidad. 

Para trabajar la Coeducación se deben poner en el centro los cuidados, enfocarse en el cuidado de una misma y uno mismo. Para ello: la consciencia corporal. Darnos cuenta de cómo somos, qué posibilidades tiene nuestro cuerpo y dónde están mis límites, resulta fundamental. Trabajar desde el cuerpo implica organicidad y respeto. 

Hasta aquí solo he narrado algunas pinceladas del proceso de este proyecto. Un proceso sustentado en un trabajo de investigación escénica que no pudo ser culminado con la representación de las piezas teatrales. Tuvimos que buscar otros espacios para que fueran contadas, debido a que el 2 de abril serían las representaciones y el 13 de marzo se declaró el Estado de Emergencia en España por el COVID19. Este nuevo espacio para contar las historias resultantes de este trabajo de investigación, son cuatro historietas cortas en formato cómic que puedes encontrar pinchando en el siguiente enlace, mientras que finalizamos la web del proyecto: 

Cómics del Proyecto Kitchen (Fundación APY- Solidaridad) 

Este artículo pretende poner en valor el Teatro Social para el trabajo de la coeducación, pero también al Teatro Social en sí mismo. Una apuesta por lo comunitario y lo comunicativo en unos tiempos en los que el individualismo se posiciona de frente a los cuidados y lo colectivo, y el Teatro Social se hace más necesario que nunca.

Se hace teatro por necesidad, de la forma que se pueda: en casa, por la calle, en lugares convencionales y no convencionales. Si se tiene la necesidad, se puede hacer también teatro en el infierno.”

Eugenio Barba

El artículo está publicado originalmente en la web Medeas, Red de Jóvenes Investigadoras de la Escena.

Si quieres saber más sobre el Proyecto Kitchen, puedes acceder a través del siguiente enlace Proyecto Kitchen

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