En 2025, junto a ALGES (ASOCIACIÓN DE LISIADOS DE GUERRA DE EL SALVADOR), como parte de nuestros proyectos de cooperación, hemos acompañado procesos profundamente significativos en El Salvador, centrados en el empoderamiento de mujeres con discapacidad en los departamentos de Morazán y Chalatenango. Estos proyectos no solo responden a necesidades urgentes, sino que encarnan nuestra misión: contribuir a la construcción de sociedades más justas, equitativas y sostenibles, donde todas las personas puedan ejercer sus derechos en plenitud. Creemos que la cooperación internacional debe ser una herramienta para transformar estructuras injustas, no solo para paliar sus efectos.
Con el respaldo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Junta de Andalucía estamos desarrollando proyectos profundamente transformadores. Estos proyectos han tenido como eje central la defensa del derecho a una vida libre de violencia y discriminación para mujeres con discapacidad, en los departamentos de Morazán y Chalatenango.
ALGES, como una organización representativa de personas con discapacidad en El Salvador, con presencia en los 14 departamentos del país y más de 7,000 afiliados, ha sido una socia maravillosa. Su trayectoria en defensa de los derechos de las personas lisiadas de guerra y con discapacidad, así como su capacidad organizativa y territorial, han permitido que nuestras acciones conjuntas tengan un impacto real y sostenido.
Más que intervenciones puntuales, se trata de apuestas sostenidas por la justicia social, la equidad de género y la inclusión, enmarcadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente el ODS 5 (igualdad de género), el ODS 10 (reducción de desigualdades) y el ODS 16 (instituciones sólidas y justicia).
Formación de lideresas y contraloría social en Morazán
El proyecto “Promoviendo el derecho a una vida libre de violencia y discriminación en mujeres con discapacidad en el norte de Morazán” ha realizado un proceso formativo con 20 mujeres lideresas del territorio. Este espacio no solo consolidó conocimientos sobre derechos humanos, género e inclusión, sino que reafirmó el valor de la organización comunitaria como herramienta de transformación. Estas mujeres no solo adquieren herramientas técnicas, sino que fortalecieron su capacidad de organización y liderazgo comunitario.
Durante junio y julio, se desarrollaron cinco jornadas formativas centradas en contraloría social con enfoque de género e inclusión. Las participantes exploraron mecanismos para incidir en sus comunidades, fiscalizar políticas públicas y exigir el cumplimiento de sus derechos.
La contraloría social no es solo una técnica, sino una práctica política que empodera a las mujeres para convertirse en vigilantes activas de la democracia. En contextos de alta exclusión, como el que viven muchas mujeres con discapacidad, estos espacios son vitales para romper el silencio y construir ciudadanía. Además, la formación no es un fin en sí mismo, sino un medio para la transformación. Cuando una mujer con discapacidad se forma en derechos humanos, se convierte en defensora no solo de su vida, sino de la dignidad colectiva.



Diplomado especializado en Chalatenango
En octubre, en coordinación con la Universidad de El Salvador, dimos inicio al Segundo Diplomado Especializado en Atención a la Violencia contra las Mujeres con Discapacidad. Este proceso reunió a representantes institucionales, organizaciones sociales y mujeres líderes, generando un espacio de formación intersectorial e intergeneracional.
A lo largo de sus módulos —derechos humanos, interseccionalidad, violencia de género— se abordaron las múltiples capas de discriminación que enfrentan las mujeres con discapacidad. Las jornadas fueron facilitadas por expertas como Jenny Chinchilla y Carolina Vásquez, quienes aportaron herramientas conceptuales y prácticas para el abordaje justo y transformador de la violencia.
La formación especializada es una estrategia clave para garantizar que las respuestas institucionales no reproduzcan estigmas ni exclusiones. Por ello, apostamos por procesos que articulen saberes técnicos con experiencias vividas, reconociendo que las mujeres con discapacidad son expertas de sus propias realidades.


Autocuidado, salud mental y agroecología como cuidado colectivo
En septiembre y octubre, se desarrollaron jornadas de autocuido y salud mental en Las Vueltas (Chalatenango) y Meanguera (Morazán), dirigidas a mujeres lisiadas de guerra. Estos espacios integraron prácticas ancestrales, conexión con la naturaleza y técnicas agroecológicas como parte de un enfoque integral de bienestar.
En la parcela agroecológica de Óscar Mejía, presidente de ALGES, las participantes aprendieron sobre manejo de suelos, abonos orgánicos y repelentes naturales, reconociendo la tierra como fuente de sanación y autonomía.
El cuidado colectivo es una forma de resistencia. En territorios marcados por la violencia estructural, cultivar la tierra, cuidar el cuerpo y compartir saberes son actos profundamente políticos. Estos espacios permiten reconstruir vínculos, sanar memorias y fortalecer el tejido comunitario y la autonomía de las mujeres.


Reconocimiento y continuidad
El 12 de julio, en Chalatenango, estuvimos en el el 28 aniversario de ALGES, en el marco de la clausura del proceso formativo sobre contraloría. Fue un momento de reconocimiento, entrega de diplomas y reafirmación del compromiso colectivo.
Las celebraciones también son una forma de celebrar la cooperación. Reconocer los logros, los años de lucha y la persistencia de las organizaciones locales es fundamental para construir relaciones horizontales y duraderas. Desde APY, celebramos cada paso, cada voz y cada historia que se suma a esta construcción colectiva.
Los proyectos desarrollados este año en El Salvador son testimonio de que la cooperación internacional puede ser profundamente transformadora cuando se articula con organizaciones locales comprometidas y se enfoca en los derechos de quienes históricamente han sido excluidas. De esta manera, reafirmamos nuestro compromiso con una cooperación feminista, inclusiva y territorial, que no solo financia actividades, sino que acompaña procesos, escucha voces y construye dignidad. También, reafirmamos nuestra misión de trabajar junto a organizaciones locales como ALGES, para que la cooperación internacional sea una herramienta de emancipación, no de dependencia. Porque creemos que otro mundo es posible, y que se construye desde abajo, desde los márgenes, desde las voces que durante demasiado tiempo han sido silenciadas. Porque cada mujer con discapacidad que se forma, se organiza y se cuida, está construyendo un mundo más justo para todas.
