Colombia, entre la resistencia y la violencia. El testimonio de Sonia López Tuta.

Conversatorio de Sonia Lopez Tuta sobre los Procesos de Paz en Colombia realizado en Sevilla

El lunes 4/11/24 en la sede de Solidaridad Internacional Andalucía tuvimos el placer de escuchar a Sonia López Tuta. Lideresa social colombiana e integrante del Congreso de los Pueblos,  quien nos brindó una interesante reflexión sobre la situación actual de los procesos de paz en su país. Durante su intervención, destacó la importancia de la resistencia popular y la construcción de alternativas desde los territorios para alcanzar una paz verdadera y duradera, así como los obstáculos y amenazas que enfrenta la construcción de dicha paz.

Congreso de los Pueblos: Propuesta de país para la vida digna

El Congreso de los Pueblos, del cual Sonia forma parte, lleva unos 10 años impulsando una serie de líneas de acción para potenciar la articulación social y política, así como  la movilización de los diferentes pueblos (indígenas, afrocolombiano) y sectores (campesino, popular, mujeres, etc.)  Esta organización ha sido un espacio de encuentro para comunidades que enfrentan los embates del extractivismo y la violencia, proponiendo planes de vida que respeten los territorios y las culturas ancestrales.

Abogan por la construcción de alternativas al modelo extractivista que ha predominado en Colombia durante décadas. A través de la organización social y la movilización popular busca potenciar planes de vida en los territorios, en contraposición a la visión capitalista que los reduce a simples fuentes de recursos.

Arauca: Un ejemplo de resistencia

El caso del Arauca en Colombia es un ejemplo claro de cómo el extractivismo ha generado conflictos y desigualdades. La región, históricamente habitada por comunidades indígenas y campesinas, ha sido profundamente afectada por la explotación petrolera. La militarización, las violaciones a los derechos humanos y el conflicto armado han sido las consecuencias de este modelo de desarrollo y del abandono del Estado.

El boom petrolero de los años 80 del siglo XX trajo el espejismo de progreso que acompaña a la dinámica extractivista, y lo que ha progresado ha sido la militarización, las violaciones de derechos humanos o la problemática fronteriza. Aunado a esto está el problema del conflicto armado permanente en la región. Ante ello, los movimientos sociales de Arauca han resistido y propuesto alternativas de desarrollo basadas en la agricultura, la ganadería, el comercio y la artesanía.

u plan de vida, su propuesta de movilización social, consiste en mejorar la salud, la educación y generar otro tipo de productividad en la región, pues el Arauca petrolero es una falacia, ya que el % de producción de hidrocarburos es ínfimo, pero el movimiento social no quiere una recuperación petrolera, pues la presencia de las trasnacionales, las cuales han sido protegidas y amparadas por las fuerzas de seguridad, ha dejado a su paso más muerte y devastación que progreso, pues con el petróleo llegó el calvario a la región. Sonia señaló el problema de la alta militarización, justificada por la presencia de las guerrillas, pero que realmente está vinculada a defender los intereses de las trasnacionales y desmovilizar la lucha social. Además, destacó cómo los poderes trasnacionales saben cómo establecer una serie de vericuetos legales y jurídicos para retrasar la justicia y quedar impunes.

Activistas y movimientos sociales en la mira

A pesar de los avances en el proceso de paz, las y los líderes sociales en Colombia continúan siendo blanco de ataques y amenazas, y la criminalización de la protesta social está a la orden del día.

Comentó que, desde el 2016, en el marco del proceso de paz con las FARC, algunas estructuras no se acogieron al mismo,  quedando, algunas de ellas,  ligadas  al narco y la extorsión. En la actualidad, estos grupos, con presencia en Arauca, están estigmatizando, amenazando y atentando contra el movimiento social y sus liderazgos, por oponerse a un modelo basado en el cultivo ilícito de hoja de coca que la población araucana rechazó hace año por los problemas y conflictos que generaba, reemplazándolos por cultivos de pancoger.  Sonia remarca que muchas de estas acciones contra el movimiento social llevadas a cabo por las denominadas disidencias de las FARC, se han cometido con la  complicidad del ejército y la policía.

Luchando y resistiendo por una paz verdadera

Pese a vivir en constante peligro, los movimientos sociales continúan luchando. Parte de su lucha es ir documentando y exigiendo se juzguen dichos casos de violencia política, y en dichos procesos, se siguen enfrentando a las estructuras de poder afines a las élites políticas y económicas.

Sonia destacó como dentro del proceso, actualmente hay un avance positivo respecto al enfoque que tiene el gobierno sobre los movimientos sociales, pues se muestra más abierto a escucharlos. No obstante, sigue presente la política del enemigo interno, pues aún dentro de las fuerzas públicas están los intereses de las élites que chocan contra esta política de apertura gubernamental; de hecho, la mayoría de los casos de violencia política siguen impunes, y muchos no se investigan pese a que existen culpables confesos y visibles. A pesar del cambio de perspectiva y la intención de diálogo y apertura, continua el exterminio hacia los y las defensores de derechos humanos y movimientos sociales, principalmente en las áreas rurales.

A pesar de los desafíos, los movimientos sociales en Colombia no se han rendido. Luchan por un modo de vida sustentable que incluya lo campesino, agropecuario, así como a los sectores populares y respete los derechos humanos. También siguen demandando una paz que vaya más allá del cese al fuego. Quieren una paz que garantice la justicia social, la reparación a las víctimas y la transformación de las estructuras que generan el conflicto. Asimismo, exigen una mayor participación ciudadana en los procesos de paz y una solución al problema del extractivismo, que consideran uno de los principales causantes de la violencia. Por ello insisten en lo importante que es una participación civil real en los procesos de diálogo por la paz, pues como sociedad afectada y con proyectos de vida quieren una paz con justicia y dignidad, una paz que discuta la cuestión estructural del conflicto, una paz verdadera.

Conclusiones

Sonia terminó señalando la importancia de la solidaridad internacional para acompañar a los movimientos sociales colombianos en su lucha. La visibilización de sus demandas y el apoyo de organizaciones internacionales son fundamentales para resistir la persecución y avanzar hacia una paz justa y prolongada.

La lucha por la paz en Colombia es una tarea compleja y ardua que requiere la participación de todos los actores sociales. Ella, junto a los movimientos sociales, seguirá luchando, pues ahí están sus compañeras, sus muertos, sus territorios y su vida. Sus luchas son fundamentales para la construcción de una paz duradera y transformadora. Su resistencia y su compromiso con la defensa de los derechos humanos son una fuente de inspiración para quienes creen en un mundo más justo.

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